miércoles, 18 de agosto de 2010

Sus desiertos

Ella corría, atravesando el desierto, sintiendo la arena caliente bajo sus pies, la delgada tela en forma de falda que cubría sus piernas estaba rasgada casi no existía.

Entrecerró los ojos fijando la mirada en una silueta poco distorsionada, intentado esquivar los ardientes rayos del sol sobreponiéndose una mano en la frente.

Ahí estaba él con unos pantalones raídos que casi podían camuflarse con la arena, su pecho descubierto dejaba ver su marcado cuerpo al cual unas gotas de sudor acariciaban sutilmente.

Imitó los movimientos de ella al verla, eran casi un espejismo el uno para el otro.

Se acercaron, se miraron casi se contemplaron incrédulos de haberse encontrado en ese desierto de su vida, en esas ropas raídas, en esa arena ardiente, entre esos rayos de un sol abrasador del día tras día, en esas gotas de sudor atravesando sus cuerpos, tantos caminos, tantas historias, tantos espejismos.

Se tomaron de las manos aún incrédulos sobre la existencia entre uno y otro, no podían dejar de mirarse fijamente como si escarbaran hacia sus almas, como si estuvieran leyendo su vida, como si estuvieran recordando sus vidas o como si imaginaran sus vidas de ese día en adelante…

Ella separó sus labios ligeramente: te conozco… - le dijo

El levantó una de sus manos hacia el rostro de ella acariciándola, ella respondió al gesto cerrando sus ojos por unos segundos: te encontré… - dijo él

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